Mírame a los ojos, me dijo mientras hacíamos el amor, y recordarás…
Nos vi en sus ojos y éramos bajo la misma piel
cuatro piernas, cuatro brazos, una cabeza y dos rostros.
Ya en Tierra, yo me enraizaba en su fertilidad.
En el Agua, los opuestos se diluyeron en uno,
el Fuego nos forjó una fuerza inquebrantable.
En el Aire se manifestó el deseo de amar y ser amado.
Y fuimos el Uno en el Éter, antes de que el gran orgasmo cósmico nos fragmentara...